Prácticas Narrativas en el quehacer educativo y comunitario


By Colectiva Tsikbal Prácticas Narrativas

Nota del editor: Esta publicación también está disponible en inglés.

El pasado viernes 13 de junio del 2025, el Fondo Global para la Niñez nos convocó a distintas organizaciones de la sociedad civil integrantes de la Iniciativa U Muuk´il Xch´úupalo´ob/ La Fuerza de las Niñas y a integrantes de la Asamblea de Juventudes Maya Peninsulares a participar en un taller sobre Prácticas Narrativas. El taller fue facilitado por la colectiva Tsikbal Prácticas Narrativas siendo el punto de encuentro Mérida, Yucatán, México.

Utilizamos un mapa en el que situamos el lugar donde radicamos o donde realizamos nuestros diversos quehaceres. Las personas del Fondo Global para la Niñez residen en Cholula, Puebla y Querétaro, Qro. Una compañera vino de José María Morelos, Quintana Roo y el resto de distintos municipios de Yucatán como Kanasín, Tixmehuac, Kinchil, Molas, Cantamayec, Sanahcat, Tahdziú, Cholul, Mayapán, Chochola y Mérida.

Una de las primeras actividades fue conversar en parejas sobre nuestros zapatos. Parecía extraño, pero lo hicimos. Tomamos turnos narrando y escuchando nuestras historias, y al final hicimos un pequeño relato sobre lo escuchado.

Más tarde, platicamos en plenaria sobre lo que sucedió en las conversaciones y nos preguntamos lo siguiente:

¿Qué sensación nos dejó la participación sólo como escucha?

Hubo a quien le produjo intriga, porque le gusta mucho conversar. Esta persona dijo que nunca deja de hablar y que no se pude contener por lo que le preguntó a su compañero qué zapatos eran.

Otra persona comentó: “Me generó curiosidad, me daban ganas de preguntarle. De pronto notaba que yo estaba interpretando por qué le gustaba algo.”

Alguien más señaló: “Cuando estoy platicando quiero estar pregunte y pregunte, pero ahorita se me dificultó escuchar, entender y anotar al mismo tiempo.”

Algo semejante le sucedió a quien dijo: “Al escuchar surgían otras preguntas que quería hacer, dudaba y me preguntaba si romper las reglas o seguir la guía.” Nos contó que al final decidió hacer un balance entre ambas necesidades.

Diversos participantes comentaron cómo esta actividad les implicó un reto porque tienen la costumbre de escuchar y a dar el punto de vista, pero se les complicaba seguir estas indicaciones. En general, nos dimos cuenta de que interrumpir con nuestras opiniones es algo bastante común e inconsciente.

A pesar de todo, también hubo quienes disfrutaron la actividad y descubrieron aspectos interesantes: “Fue muy bonito escuchar y no interrumpir tanto porque la otra persona hablaba de esas pequeñas cosas que pueden parecer sólo un objeto, pero realmente tienen una historia que impacta en nuestras vidas.”

De igual manera, nos dimos tiempo para indagar sobre lo que nos sucedió cuando tuvimos el rol de narrador, las interrogantes fueron: ¿Qué tal estuvo ese otro rol? ¿Qué nos pasó cuando compartimos nuestras historias?

Algunos de los comentarios fueron:

  • Recordé que este espacio es de confianza y eso me ayudó a sentirme cómoda, pues siempre quiero ser escuchada.
  • Fue parecido a darle un sentido a algo que no me había detenido a pensar… Ligar este objeto con mi experiencia personal fue grato, surgieron muchos recuerdos y me puse muy

Poco a poco surgieron algunos de los efectos que nos produjo el narrar y ser escuchado:

  • La escucha de la otra persona me hizo sentir
  • Tiene mucho sentido a través de la escucha activa, en todo momento la compañera se mostraba muy atenta.
  • Fue muy enriquecedor que todo el tiempo nos estábamos mirando a los ojos, nos estábamos escuchando.
  • Reconocernos con la mirada le daba sentido a lo que

También reconocimos que no siempre es fácil mantener la mirada de las otras personas, en esos casos vimos que ayuda mucho el dar alguna señal que le permita saber a la otra persona que sí la estamos escuchando.

Esto de mirarnos mutuamente cambia de persona a persona. Por ejemplo, alguien comentó: “A mí me gusta que me miren, o sea que sientan que me están escuchando, pero también me gusta que ellos sientan que yo los escucho.”

Honestamente, el tema de los zapatos parecía irrelevante al principio, casi una broma. Sin embargo, nos sorprendieron todas las cosas significativas alrededor del calzado. Una de nosotras reconoció: “Soy una mujer que me muevo mucho. A mí me hizo sentir bien y muy a gusto platicar de algo que para mí sí es un tema: los zapatos, ¡Hasta me emocionó!” Y sí, en general coincidimos con la grata sorpresa de conocernos a través de las historias que guardan esos objetos de la vida cotidiana, y por eso valió la pena escuchar.

Unos de los relatos compartidos abordaron situaciones delicadas, por lo que también surgió la inquietud del sentimiento de exposición, la conversación podía llevarnos a compartir cosas fuertes de nuestras vidas. Eso nos hizo reflexionar que cuando se comparte desde la vulnerabilidad, se abren muchas posibilidades de reconocer y conocer a las otras personas.

El último aspecto de la actividad fue preguntarnos: ¿Qué pasó por nuestro cuerpo al escribir el pequeño relato para presentar sobre la otra persona? Aquí comentamos cómo, de forma inesperada, distintas emociones acompañaron nuestros relatos. Para muchos, esas emociones estuvieron presentes al momento de escribir, fueron protagónicas, desde ahí se inspiraron. Varios coincidimos en que nos resonaban muchas de las palabras de los demás.

Y así, Graciela, Chica Maleni, Phana Mulixa, Leona, Mariana, Yuli, Yamili, Ana, Martín, Lety, Darío, Enny, Jaime, María Elena, Gelmy, Hilda, Rodrigo, Irma, Katia, Óscar y Eugenia, suavemente y a ritmo pausado emprendimos un viaje para conocer más sobre las Prácticas Narrativas: el propósito es fortalecer nuestros muy variados y distintos quehaceres.

 

 

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