Women and girls standing in a circle

Justiça de gênero, segurança e bem-estar

Un espacio para ser y respirar: Un encuentro de despedida con nuestros beneficiarios de Centroamérica


Por Corey Oser

Nota del editor: Esta publicación también está disponible en inglés.

Después de cuatro años, la iniciativa Empoderando a Niñas Adolescentes de Global Fund for Children está terminando. En este artículo, la Vice Presidenta de Programas Corey Oser comparte sus reflexiones sobre la última reunión en Guatemala.

Corey Oser, Vice Presidenta de Programas

Era ya de noche cuando nos reunimos alrededor de la fuente de piedra en el patio del centro de retiro Casa K’uljay en Guatemala. Estábamos reunidos para celebrar la cuarta y última sesión con los 16 beneficiarios de Guatemala, Honduras y Nicaragua de la iniciativa Empowering Adolescent Girls (Empoderando a Niñas Adolescentes) del Global Fund for Children, con el apoyo de Dubai Cares, que forma parte de la iniciativa Mohammed bin Rashid Al Maktoum Global Initiatives. Los miembros de Artemisa de Honduras se preparaban para guiarnos durante el evento de cierre.

Pegaban letras de colores arriba de la fuente deletreando la palabra “emoción”. Escuchábamos con mucho interés a uno de ellos que leía historias cortas mientras caminábamos alrededor de la fuente dejando caer pétalos de papel sobre las imágenes que correspondían con los sentimientos que estas historias evocaban en nosotros. Luego de un par de vueltas, la Co – directora para las Américas de GFC, Kimberly McClain preparó la última escena: ¿Qué emociones surgían en nosotros ahora que estábamos en el cierre de la iniciativa, luego de haber pasado cuatro años juntos, como una familia, bajo el espíritu colectivo de la solidaridad?

[image_caption caption=”La organización beneficiaria de GFC Artemisa lidera al grupo durante la actividad de cierre. © GFC” float=””]

People around a fountain

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Las personas se movían en silencio alrededor de la fuente, dejaban caer los pétalos que se amontonaban numerosos delante de las palabras “tristeza” y “amor”. Muchos hablaban de lo que significa sentirse escuchados y apoyados con verdadera flexibilidad a lo largo de los años, especialmente durante el aislamiento debido a la pandemia. Otros expresaban su deseo de mantener vivas las conexiones con el grupo. Mientras íbamos cerrando el círculo, cada una de las organizaciones daban un paso al frente para escoger su regalo de despedida entre una serie de coloridos libros de cuentos feministas traídos desde los Estados Unidos por Marco Blanco, responsable del programa para las Américas.

A esta cohorte no le faltaron actividades a lo largo de estos cuatro años: desde la realización de autoevaluaciones organizativas participativas y el trabajo en áreas organizativas internas hasta una revisión de aprendizaje de un año de duración que incluyó la recolección de resultados, estudios de casos e investigación de acción participativa.

Sin embargo, lo que me llamó la atención de esta reunión no fue todo lo que se hizo y aprendió a lo largo de estos cuatro años, sino el espacio para respirar y ser. Esta era la primera reunión presencial del grupo desde que se desatara la pandemia en el 2020. Nuestros beneficiarios confrontaron los intereses consolidados para diseñar nuevas normas sociales entorno a cómo las niñas ejercen sus derechos a estudiar, a vivir libres de violencia, y a hablar sobre los problemas sociales que les afectan. Cada uno de los equipos viven sus vidas abriendo posibilidades para los demás, incluso mientras cargan el peso de un trauma histórico e intergeneracional. Durante esasemana el grupo dedicó un tiempo especial para reconocer a nuestros beneficiarios de Nicaragua quienes nos contaron de sus suspiros de alivio cuando su avión tocó tierra en otro país, ofreciéndoles un respiro temporal a una vida con miedo en un clima de represión.

[image_caption caption=”Los participantes ponen los toques finales a una actividad organizada por nuestro beneficiario de GFC, Coincidir. © GFC” float=””]

An activity with lights and colored paper

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Cada vez que congregamos a nuestros beneficiarios caemos en la tentación natural de tener que llenar cada momento. Sin embargo, en esta reunión los espacios de cuidados colectivos y las conexiones entretejieron al grupo.

Iniciamos el tiempo juntos con un ejercicio de respiración para sintonizarnos con el ambiente que nos rodeaba y con nosotros mismos, dejando ir todos los pendientes. Elaboramos juntos un mural donde representamos los regalos que cada uno aporta a su comunidad; compartimos historias y malvaviscos alrededor de la fogata.

Durante un muy potente ejercicio diseñado por nuestro beneficiario y anfitrión local, la Asociación Coincidir, los participantes compartieron historias recientes sobre ellos y su organización, así como sus visiones de cambio que contribuyeron a la creación de una hermosa representación visual. Además, cada mañana nos guiaron por una serie de juegos y ejercicios físicos. Transcurrimos una tarde explorando la ciudad de Antigua, lo que culminó con una cena amenizada por una animada sesión de karaoke. Estos espacios menos estructurados reflejaron la idea de que los cuidados y la conexión se producen a través de la expresión creativa, el movimiento y los espacios intermedios. Si la gente se va sintiéndose con más energía, inspirada, cuidada y menos sola, habremos contribuido a su bienestar individual y colectivo.

[image_caption caption=”Los beneficiarios de GFC lideran las sesiones energizantes matutinas. © GFC” float=””]

Women and men participating in an outdoor activity

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En el último día viajamos en minibús hasta el lugar donde Coincidir trabaja con las niñas y su comunidad. Luego de compartir la comida, llevamos a cabo unos ejercicios para conocernos, y en pequeños grupos, interactuamos con el personal de Coincidir y las niñas. Tuvimos la oportunidad de oír a niñas de 9 años que compartieron sus preocupaciones, experiencias, y sueños; hablaron de temas como sentirse inseguras mientras caminan por sus comunidades o de sus deseos de acabar con la corrupción en su país. Estas niñas cantaron y tocaron los tambores vigorosamente en representación de la campaña de Coincidir denominada “Lucha como niña”. Las niñas nos recordaron por qué estos momentos para respirar y ser son tan importantes para renovar nuestras energías.

Cuando reflexionamos sobre los espacios de reunión de nuestros socios, es fácil detenerse y gravitar sobre el contenido compartido o a cerca de la acción impulsada. Sin embargo, ¿cómo transmitimos los sutiles momentos de liberación, los espacios para hablar de temas tabúes en casa, las risas, los juegos infantiles, la música y el arte? Nos recordamos a nosotros mismos que documentar y justificar no siempre es necesario: mantener el espacio es un regalo en sí mismo, para reconectar con nosotros mismos, con los demás y con nuestro deseo de cambio social.

Primera foto: Los participantes y el equipo de Coincidir escuchan a las niñas del programa tocar música durante su visita. © GFC

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