Justicia de género, Seguridad y bienestar, Poder juvenil

¿Qué significa la migración para las niñas migrantes?


Por Rodrigo Barraza García

El oficial de programas Rodrigo Barraza comparte las voces de niñas y mujeres jóvenes migrantes de Guatemala, México y Estados Unidos, mientras reflexionan sobre lo que significa migrar y los impactos que la migración ha tenido en sus vidas y familias.

“Empecé a migrar a los 6 años, acompañando a mis padres a sembrar café. Desde que cumplí 13 años viajo sola para poder ayudar a mi familia y para que mis hermanos puedan estudiar. Y aunque los extraño mucho, me siento feliz de poder apoyarlos. Para mí emigrar es sacrificar un poco por la gente que amas.Joven de 16 años de San José Ojetenam, Guatemala

“Salimos de El Salvador porque gente mala amenazaba a mi papá. Tenía mucho miedo porque salimos de noche y dejamos muchas de nuestras pertenencias. Pero ahora me siento tranquila y quiero estudiar. Ahora sé que merezco una vida mejor. Migrar para mí es eso: luchar por tu derecho a la felicidad y a la tranquilidad.” – 19 años de San Salvador, El Salvador

“Migramos para tener una vida mejor, porque en México casi no hay oportunidades. Mis padres querían que tuviéramos una mejor educación, querían comprar una casa y tener cosas bonitas. Querían que habláramos inglés para tener más oportunidades. Migrar para mí es buscar ser mejor, perseguir una vida mejor y ayudar a otros.” – 15 años de Los Ángeles, California, Estados Unidos

“La primera vez que emigré fue para escapar de mi familia, porque querían que me casara con un chico que ni siquiera conocía, así que huí a la ciudad y comencé a trabajar.

“Aunque sufrí mucho y me maltrataron porque no hablaba español, cuando emigré mi vida cambió. Ahora estoy estudiando y estoy ayudando a otras mujeres de mi comunidad. Migrar es luchar por lo que quieres. Ser libre y no tener miedo de ser mujer.” – 24 años de Chiapas, México

© Rodrigo Barraza

“Migré porque quería vivir la aventura de vivir en otro país, comer comida diferente, conocer otros lugares. Quería fortalecerme sabiendo que tenía que ver por mí misma y no depender de nadie. En los años que viví lejos de mi país aprendí a valorar a mi familia y a ser más tolerante con las personas que son diferentes a mí. Migrar para mí es abrir la mente.” – 21 años de la Ciudad de México, México

“Cuando le dije a mis padres que soy gay me llevaron a un lugar para “exorcizarme”, porque decían que tenía el demonio dentro. En ese lugar me golpearon y me maltrataron, así que huí y ahora mi sueño es llegar a Estados Unidos. Tengo unos amigos allá que me van a ayudar a buscar trabajo y que no me juzgan por lo que soy. Migrar es la esperanza de que todo estará bien si tienes el coraje de ser tú mismo.” – Joven de 16 años de Honduras

“Yo no emigré. Yo huí de mi país. Porque mi pareja me pegaba y le pegaba a nuestro hijo. Un día le pegó tanto que mi niño se desmayó un rato. No se movía. Pensé que lo había matado. Entonces ese mismo día tomé mis cosas y me fui. Crucé a México para pedir asilo y para buscar trabajo para poder cuidar a mi hijo. Yo emigré para salvar mi vida y la de mi hijo. Para mí migrar es sobrevivir.” – 17 años de Cuscatlán, El Salvador

“Migré para reunirme con mi familia, porque los extrañaba mucho. Mi papá se fue a Estados Unidos cuando yo era una niña y cada vez que hablábamos por teléfono, me decía que algún día estaría con él.

“Cuando terminé la preparatoria, él me dio permiso, entonces le pagó a un coyote y me fui. Estaba muy cansado y asustado; recuerdo que mientras caminaba escuchaba gritos y perros a lo lejos. Ahora estoy muy feliz de poder abrazar a mi papá. Migrar es estar con quienes amas. Pase lo que pase.” – 17 años de Oaxaca, México

© Rodrigo Barraza

“Yo no quería irme de mi país, pero mi mamá me obligó. Estuve en malas compañías, empecé a juntarme con una pandilla local y comencé a hacer cosas malas. Empecé a consumir drogas y a robar en tiendas. Una vez nos persiguió la policía. Mi mamá se asustó mucho y me dijo que íbamos a México. Ahora estoy limpio y estoy buscando un trabajo para ayudarla. Me gusta vivir aquí. Migrar es como empezar de nuevo.” – 19 años de Chalatenango, El Salvador

“Empecé a escuchar que se estaba formando una caravana para ir a Estados Unidos y pensé: “Yo también me voy”. Así que agarré mi mochila y me fui. En la televisión había visto que en Estados Unidos se pueden comprar cosas muy bonitas y es fácil conseguir trabajo. Aquí hay pocas oportunidades, sobre todo si eres mujer. En el camino la gente me ayudó, pero en México me detuvieron y me trataron muy mal. Nos dieron comida podrida y no nos dejaron comunicarnos con nadie. Al final me devolvieron a mi país, pero sé que en algún momento intentaré cruzar de nuevo. Migrar es ser valiente y arriesgarlo todo por un sueño.” – 17 años de El Progreso, Honduras

“Soy de Haití. Llegué primero a Panamá y de ahí empecé a caminar. Estaba muy cansado. Sentía que me iba a morir. Pero ya estoy en México y cada vez más cerca de Estados Unidos. Me fui porque mi país es muy pobre y mi familia y yo casi no tenemos para comer. Quiero aprender inglés y conseguir un buen trabajo. Migrar es escapar de la pobreza.” – Haití, 26 años

“Llegué a Estados Unidos con mis padres cuando tenía 5 años. Crecí, viví, estudié, hice amigos allí. Apenas sabía hablar español y nunca había viajado a México. Pero no teníamos residencia legal y aunque quisimos obtenerla, nunca pudimos.

“Un día iba camino a la universidad y me arrestó ICE. Solo me dejaron hablar una vez con mis padres y me deportaron a México con un celular y 20 dólares en la mano. Eso fue todo. Y tuve que empezar mi vida desde cero. A veces migrar es olvidar quién eres.” – 22 años de la Ciudad de México, México

Las niñas y mujeres jóvenes tienen múltiples razones para abandonar sus países de origen: para escapar de la violencia, buscar una vida mejor, reunirse con sus familias o simplemente buscar nuevas oportunidades.

Independientemente de sus motivos, tienen derecho tanto a permanecer en sus países como a tener una migración digna y basada en derechos que les permita multiplicar su sentido de pertenencia y construir vidas felices.

Y no están solos.

GFC considera la equidad de género como un derecho humano fundamental que afecta la capacidad de todos los niños y jóvenes para alcanzar su máximo potencial. Las adolescentes y la migración En este proyecto, con el apoyo de la Fundación NoVo, GFC se está asociando con importantes organizaciones de servicios y defensa de los migrantes en Guatemala, México y los EE. UU. para construir un movimiento transnacional que aborde las necesidades y los derechos de las niñas migrantes.

GFC se enorgullece de asociarse con organizaciones que crean oportunidades para y con niñas migrantes que viajan hacia el norte, que han sido detenidas, que han regresado a casa o que permanecen en México o los EE. UU. y deben adaptarse a una nueva vida. Desde el lanzamiento de este proyecto en 2017, los socios han creado o ampliado más de 20 iniciativas comunitarias que benefician directamente a niñas y jóvenes migrantes.

Y tú también puedes ayudarlos. Conoce nuestras Las adolescentes y la migración Iniciativa. Dona. Infórmate. Colabora con albergues y organizaciones locales e inicia acciones colectivas en tu escuela o barrio para contribuir a la construcción de comunidades inclusivas, multiculturales y positivas.

Acércate más.

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