Justicia de género, Seguridad y bienestar, Poder juvenil

Jóvenes migrantes se expresan en encuentro transnacional


Por Rodrigo Barraza García

El Segundo Encuentro Transnacional de Niños, Niñas y Adolescentes Migrantes Se llevó a cabo en la ciudad de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, del 24 al 26 de enero de 2018, con la presencia de más de 60 niñas y niños de Guatemala, El Salvador, México y Honduras.

El patrocinador del evento fue la organización civil Voces Mesoamericanas Acción con Pueblos Migrantes, que desde hace casi diez años trabaja en la protección integral de los derechos humanos de la población migrante en Chiapas, México.

Los principales objetivos del encuentro fueron reflexionar sobre los cambios identitarios que experimentan niñas, niños y jóvenes en contextos migratorios, y las posibilidades de construir nuevas formas de relación y participación en sus comunidades, así como fomentar la creación de una red transnacional de jóvenes migrantes en la región mesoamericana.

El último día del Encuentro, Rodrigo Barraza García y el Equipo de Voces Mesoamericanas se sentaron con algunos de los niños para ayudarlos a crear un enunciado sobre sus reflexiones. Estas son sus palabras.

Llevamos tres días reunidos para pensar, jugar y crear juntos. Venimos de diferentes países y regiones de Honduras, El Salvador, Guatemala y México.

Cruzamos fronteras para conocernos un poco más y reflexionar sobre nuestra propia identidad como jóvenes: niñas y niños que vivimos la migración, los desplazamientos forzados y la violencia en nuestros territorios.

¿Quiénes somos? ¿Cómo nos definimos? ¿Qué queremos para nuestro futuro? Son preguntas fuertes que nos hacemos. Y así iniciamos nuestro Encuentro, pensando como si fuéramos árboles con raíces, troncos, ramas, frutos y semillas que se expanden queriendo conocer el mundo, y también llevando la memoria de los abuelos y abuelas.

Compartimos nuestras ideas sobre lo que los adultos llaman identidad, y pensamos que hay una presión social marcando cómo debemos ser, creando estereotipos sobre nosotros, criticándonos por querer ser diferentes. Por querer migrar y construir una vida mejor.

Reflexionamos que la iglesia, la familia, la comunidad, las escuelas y los medios de comunicación nos señalan caminos para andar la vida. Algunas cosas nos gustan y otras no tanto.

A veces nos sentimos incómodos, a veces nos alegramos de encontrar aquello que mueve nuestro corazón y nuestros sentidos. De esa manera descubrimos que también tenemos la capacidad y la libertad de elegir cómo queremos ser, que somos apasionados, que tenemos diferentes intereses, gustos y formas de expresarnos.

Somos diversidad en movimiento. No siempre somos los mismos. Nos reinventamos y nos convertimos en la experiencia cotidiana. Y migrar muchas veces nos ayuda a ser mejores. A ser nosotros mismos. A ser lo que queremos ser.

¿Quienes somos?

Somos niños y jóvenes migrantes que sentimos, que pensamos, que iluminamos como la luna. Vivimos en la tierra con agua y sol, disfrutamos del trabajo colectivo, tenemos sueños, ideales y creemos en la solidaridad.

Somos también niñas, niños y jóvenes de pueblos originarios, somos mayas tsotsiles, tseltales, kiqués, chujs. De nuestras abuelas y abuelos heredamos cultura, lengua y espiritualidad que nos conecta con la naturaleza de la que somos parte. Muchas de estas raíces nos sostienen, dan fuerza a nuestros cuerpos y a nuestros espíritus con los que caminamos la vida.

¿Por qué estamos aquí?

Somos conscientes de lo que ocurre en nuestra realidad, cuestionamos las imposiciones del sistema político y económico, de los medios de comunicación, de la educación colonizadora. Somos críticos con la realidad y queremos transformarla porque nos duele.

Somos sujetos políticos, buscamos defender la vida, proteger la tierra, construir un mundo justo y digno donde todas las personas puedan tener una vida digna y donde la palabra de los niños sea escuchada.

A veces nos dicen que como no somos adultos no podemos elegir, no podemos pensar, no podemos cuestionar, que esto es para el futuro, que nosotros somos el futuro, siempre aprendiendo y nada más. Pero nosotros decimos: “NOSOTROS SOMOS EL PRESENTE, Y DESDE ESTE PRESENTE YA SOÑAMOS Y ACTUAMOS”.

Venimos de diferentes geografías para compartir todo lo que ya estamos haciendo para cambiar el mundo: participamos en grupos para promover la movilización, defender derechos y difundir que queremos que la dignidad se convierta en un hábito.

Hacemos fotografía, video, música, hip hop, teatro, pintura, títeres; cultivamos y cuidamos la tierra; reciclamos; aprendemos medicina alternativa; intercambiamos conocimientos; valoramos y recuperamos la identidad de nuestros pueblos; construimos alternativas a la migración; defendemos el derecho a una migración digna y segura.

Creamos con nuestras manos, con nuestro cuerpo y con nuestro corazón, otras formas de ver el mundo, otras formas de relacionarnos con los demás.

¿Qué queremos decir?

Decimos que no queremos seguir huyendo de la violencia, no queremos migraciones forzadas, no queremos el despojo de nuestras tierras y territorios, no queremos muertes, ni desapariciones, no queremos vivir con miedo y dolor, no queremos desigualdad ni racismo, no queremos que seamos los adultos quienes decidamos qué mundo queremos tener.

No queremos seguir migrando porque no tenemos otra opción, porque no podemos estudiar, porque tenemos que trabajar desde los diez años, porque nos discriminan por ser mujeres, por ser campesinas o por ser indígenas.

Queremos migrar para cumplir nuestros sueños, no sólo para sobrevivir.

Hoy, aquí en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, estamos definiendo nuestros pasos a seguir.

Seguiremos intercambiando experiencias y tejiendo alianzas para incidir social y políticamente en nuestros territorios y comunidades, porque queremos paz y buen vivir. Construiremos un trabajo colectivo y organizativo a través de una Red Transnacional de Juventud y Niñez.

En respuesta a las fronteras impuestas, elegimos construir puentes y seguir caminando juntos. Elegimos la vida. Elegimos el amor. Elegimos la unión.

Aquí estamos. No nos vamos a ninguna parte. Y seguiremos hablando hasta que nos escuchen.

Escrito en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, el 26 de enero de 2018. Traducido por Rodrigo Barraza García.

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