Seguridad y bienestar
Justicia de género, Seguridad y bienestar, Poder juvenil
“Soy una trabajadora, no una sirvienta”: La historia de Paty
Impulsada por su experiencia como migrante de 14 años, Paty regresó a su comunidad siendo una joven adulta y está trabajando para empoderar a otras niñas y mujeres jóvenes indígenas.
Mi nombre es Paty, y soy de la comunidad de Poconichim, Municipio de Chenalhó, en los Altos de Chiapas, México.
Ser mujer en mi comunidad es muy duro. Las mujeres no podemos hacer nada. Desde pequeña te dicen que las mujeres sólo deben estar en casa. Te enseñan a obedecer a tus hermanos, a tu papá, a tu esposo… a cualquier hombre. Te enseñan que ellos valen más que tú.
Los hombres siempre me trataron muy mal porque no quería obedecer. Me golpeaban, me gritaban y me decían que les sirviera rápido.
Cuando tenía 14 años mis padres me dijeron que tenía que casarme porque un muchacho vino a reclamarme. Sólo los hombres tienen derecho a elegir con quién se casan. Pero yo no quería casarme, porque mi sueño era seguir estudiando. Así que me fui.
Me fui a trabajar a Villahermosa, Tabasco. Empecé limpiando casas pero como no hablaba bien español y soy indígena, la gente se burlaba de mí y me trataban mal. También extrañaba mucho a mi mamá.
Cuando una decide migrar es porque no tiene otra opción. Porque no se puede ser libre por el mero hecho de ser mujer. Y muchas veces es más de lo mismo. O te maltratan por ser mujer, o te humillan por ser pobre, o te discriminan por ser indígena.
Trabajé mucho y logré ahorrar algo de dinero. Aunque mucha gente me decía que estaba loca y que mi sueño era imposible, comencé a estudiar. Hace poco terminé la secundaria.
Y después volví a mi comunidad porque no quería que otras niñas sufrieran como yo. Con el dinero que ahorré, puse en marcha una cooperativa de café sólo para mujeres y niñas.
Empezamos a ganar dinero. Los hombres de mi comunidad al principio no sabían cómo reaccionar, pero al final no tuvieron más remedio que respetarnos. Se dieron cuenta de que una mujer puede trabajar igual que un hombre. Me da risa porque creo que nos tienen un poco de miedo.
Luego conocí a otras mujeres que también habían migrado y me di cuenta de que no estoy sola. Con otras compañeras formamos la Coalición Indígena de Migrantes de Chiapas. Nuestra organización sueña con que en las comunidades indígenas de Chiapas la migración sea una decisión y no un destino. Especialmente para las niñas y mujeres.
Quiero que las mujeres no emigren si no quieren, que sean escuchadas y respetadas dentro de su comunidad. No necesito el dinero, solo quiero mi felicidad y quiero ayudar a otras a cumplir su sueño.
Soy un trabajador, no un sirviente. Y siento que tengo una buena vida, no porque tenga dinero o porque haya estudiado. Sino porque ahora soy libre de tomar mis propias decisiones.
La Coalición Indígena Migrante de Chiapas (CIMICH) se constituyó legalmente en septiembre de 2013 como Asociación Civil (AC). La Coalición es un paso importante para las comunidades indígenas de Chiapas en sus procesos de construcción de una vida buena y una migración positiva en sus territorios. Actualmente está conformada por 25 grupos ubicados en municipios de Los Altos. Participan 250 personas. Más de la mitad son mujeres que trabajan en proyectos productivos y reciben talleres para conocer sus derechos políticos, civiles, sexuales y culturales.
CIMICH es el brazo comunitario de Voces Mesoamericanas Acción con Pueblos Migrantes AC, uno de los socios de base más nuevos del Fondo Mundial para la Infancia en México. Desde 2014, Voces dirige la Escuela de Mujeres Migrantes, un programa que se lleva a cabo cada dos meses en diferentes lugares y que funciona como un espacio donde las mujeres migrantes, incluidas niñas y mujeres jóvenes, pueden participar en esfuerzos de organización política, compartir experiencias y recibir apoyo.