La fundadora de GFC, Maya Ajmera, recuerda a Juliette Gimon

Memoria
Juliette Gimón (1972-2018)
Miembro de la Junta Directiva y Presidente del Fondo Mundial para la Infancia (2002-2011)

¿Cómo podemos medir la vida de una persona? ¿Qué indicadores nos indican quién puede ser esa persona y dónde está su corazón? ¿Y cuál es la mejor manera de lamentar la pérdida de una vida que nos abandona demasiado pronto y nos devasta a todos?

Juliette Gimon era una confidente, una consejera, una colega y, sobre todo, una amiga maravillosa. Llevaba en su interior una pasión silenciosa que buscaba consolar, dar seguridad y elevar a todos los que la rodeaban, desde su familia hasta sus asociados, pasando por innumerables amigos y todos aquellos a quienes tal vez nunca conocería o conocería, pero cuyas vidas necesitaban de algún modo una reparación. Una pasión así es poco común, y más rara aún que sea tan constante, pero marcó el rumbo de la vida de Juliette.

Creo que ella vivía para los demás, no en el sentido cliché de esa frase, sino en la verdadera esencia del amor desinteresado, la necesidad de estar conectada con lo que la rodeaba y el compromiso de hacer todo lo que pudiera, cualesquiera que sus ventajas le permitieran, para crear algo mejor y cambiar las vidas de aquellos que luchaban.

Conocí a Juliette durante los primeros años del Fondo Mundial para la Infancia, que fundé en 1994. Éramos una organización joven cuya misión de apoyar a los niños más marginados del mundo a través de organizaciones de base innovadoras captó la atención de Juliette y, al igual que la organización, los dos éramos jóvenes también. Juliette trató de comprender el modelo de la organización, sus desafíos y su potencial. Cuando se convenció de que esto era algo que podía cambiar las vidas de niños y jóvenes que la mayor parte del mundo optaba por no ver, se convirtió en una defensora de la causa.

Juliette se unió a la junta directiva de GFC cuando tenía apenas 30 años, una edad sorprendentemente joven para un compromiso de tal magnitud. En los años transcurridos desde entonces, su sabiduría, sus conocimientos y su profunda preocupación por las vidas de estos niños ayudaron a dar forma a la organización y la impulsaron a alcanzar niveles de acción más elevados. En el proceso, cientos de miles de vidas jóvenes en todo el mundo cambiaron para siempre gracias a organizaciones como Prerana en la India, que trabaja con niñas víctimas de trata, el Instituto Afgano para el Aprendizaje, que brinda educación a niños y niñas, el Proyecto Nyaka AIDS Orphan en Uganda, que apoya a los huérfanos del SIDA, y CSARO en Camboya, que brinda esperanza a los niños recicladores, y muchas otras organizaciones en todo el mundo.

En 2006, Juliette asumió la presidencia de la junta directiva de GFC y, durante los cinco años siguientes, fue mi asesora más cercana y una de mis amigas más queridas. Fue una verdadera alianza. Traía consigo la evidente pasión por el trabajo, combinada con un enfoque analítico que nos desafiaba a todos a mejorar constantemente lo que hacíamos y cómo lo hacíamos. Era, como dijo una vez un colega, “elegantemente dura”.

Su pasión la llevó al continente africano, a la India, a América Latina y a muchas partes de los Estados Unidos, a cualquier lugar que la ayudara a comprender más profundamente las condiciones en que se encontraban los menos afortunados y lo que ella podría hacer para mejorar sus vidas. Y siempre se comportó con gracia, gentileza y compasión.

Aunque se sentía cómoda en presencia de los más altos estamentos de la cultura, la sociedad y el comercio, creo que encontraba la mayor alegría en sostener la mano de una niña, especialmente la de su propia y hermosa hija. Los lugares a los que la llevó su vida, el trabajo que realizó, todo surgió, creo, de este amor central, este compromiso alegre con los niños y lo que su futuro podría depararles.

El legado de Juliette vivirá por siempre en el Fondo Mundial para la Infancia.

La poeta estadounidense Mary Oliver escribió: "Cuando todo termine, no quiero preguntarme si he hecho de mi vida algo particular y real. No quiero encontrarme suspirando y asustada, o llena de discusiones. No quiero terminar simplemente habiendo visitado este mundo".

Juliette Francoise Gimon nunca estuvo de visita. Este mundo cambió para siempre gracias a sus pasos, su tacto suave y su corazón eterno e infinito.

—Maya Ajmera, fundadora y expresidenta (1994-2011)

 


 

Para honrar el espíritu valiente y apasionado de Juliette, el Fondo Mundial para la Infancia está creando el Fondo Juliette Gimon para el Liderazgo Valiente, con el apoyo de la Fundación William y Flora Hewlett y otros donantes. Si desea realizar una contribución en honor a Juliette, Por favor dona aquí.

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