El poder de la juventud
Educación, poder juvenil
APIC UTOPÍA: 7 años construyendo sueños
Nota del editor: esta publicación también está disponible en español.
La utopía está en el horizonte.
Me acerco dos pasos y él se aleja dos pasos.
Camino diez pasos más y el horizonte se aleja diez pasos más.
Por más que camine, nunca lo alcanzaré. ¿Qué sentido tiene entonces la utopía?
La cuestión es ésta: seguir caminando.
– Eduardo Galeano
UTOPÍA APIC Fue constituida legalmente hace siete años, pero nuestra historia comienza muchos años antes. Es la historia de toda una vida.
En el año 2000, un grupo de amigos y yo viajamos a Chiapas, México. Queríamos visitar las comunidades indígenas zapatistas para sentirnos inspirados por sus historias de coraje, organización comunitaria y esperanza.
Aprendimos tantas cosas…
Aprendimos que si estás dispuesto a escuchar, aparecen muchas voces, grandes y pequeñas, que aportan ideas y sueños para cambiar el mundo.
Aprendimos también que las voces de las niñas y los niños son ecos de esperanza que te dan fuerza y te señalan el camino cuando te sientes perdido. Solo hay que estar dispuesto a dejarse sorprender.
Aprendimos que si trabajas en equipo, nunca dejas de aprender.
Las niñas y niños indígenas nos decían: “Ustedes saben que aquí siempre serán bienvenidos, pero si quieren construir un mundo mejor, deben empezar en su comunidad, en su casa, con ustedes mismos. Vayan y compartan lo que han aprendido. Su gente los necesita”.
Y así lo hicimos.
Regresamos a nuestra casa, en el Estado de México, una de las zonas más violentas de México, donde más de 3 millones de niñas y niños están condenados a la pobreza. Luchando por sobrevivir.
Para estos niños y jóvenes, soñar está prohibido. La pobreza y la marginación son un ciclo, una herencia, una maldición. No hay paz, porque no hay justicia.
[image_caption caption=”Entrada a Chimalhuacán, México. © GFC” float=””]
[/caption de imagen]
Empezamos a preguntar, a observar, a escuchar. Nos hablaron de Chimalhuacán. De los niños y niñas que viven entre las montañas de basura. Trabajando en vertederos desde los 5 años. Ganando menos de cuatro dólares al día para mantener a sus familias. “Aquí nací y aquí voy a morir”, nos dijo una niña.
Escuchamos sus historias. Se dieron cuenta de que tenían derecho a tener una historia. Que eran capaces de escribir una historia diferente. Hecha de sueños. De utopías.
Mucha gente se reía de nosotros. Decían: “Estáis perdiendo el tiempo”. “No van a poder hacer nada”. “La gente no escucha”. “Son peligrosos”. “Son desconfiados”. Aun así, seguimos caminando. No permitimos que el miedo nos paralizara.
En 2013 nos convertimos en una organización sin fines de lucro y decidimos iniciar un proyecto a largo plazo: queríamos construir comunidades de paz, con los niños como protagonistas. Ofrecíamos formación educativa y enseñanza de artes marciales para promover valores, fomentar el trabajo en equipo y fortalecer la autoestima.
El deporte inspira y motiva, promueve la salud mental y física, permite la inclusión social y conecta a las personas y las comunidades. Te hace sentir poderoso. Te permite soñar y construir la paz. Y eso era justo lo que queríamos.
Tuvimos una reunión con los padres. Estaban incrédulos, nerviosos. “Ya habíamos oído esa historia antes”, nos dijeron.
Los que siempre nos escucharon, los que siempre creyeron en nosotros, desde el principio, fueron las niñas y los niños.
Fijamos fecha, hora y lugar para nuestra primera reunión. No teníamos oficina ni local físico, así que les dijimos que nos encontraríamos bajo un árbol enorme a la entrada del vertedero.
¡Catástrofe! Aún no conocíamos bien el lugar y nos perdimos. Llegamos con una hora de retraso. Estábamos molestos, frustrados, al borde de las lágrimas.
Pasó algo mágico. Nunca lo olvidaré.
Llegamos y allí estaban ellos, esperándonos. No los adultos, sino los niños. Con caras sonrientes. Impacientes. Con ganas de creer. Llenos de sueños y esperanzas. En cuanto nos vieron, empezaron a gritar: “¡Ya están aquí!”.
[image_caption caption=”Durante una clase de deportes, una niña sonríe a la cámara. © GFC” float=””]
[/caption de imagen]
Recuerdo ese día, hace siete años, como si fuera ayer. Todavía tengo un nudo en la garganta. En ese momento, supimos que estábamos en casa. Que todo valdría la pena. Que el sueño se haría realidad.
Muchos de aquellos niños y niñas que asistieron aquel primer día son hoy promotores comunitarios, inspiran a otros jóvenes, aportan su fuerza y conocimientos para mejorar las cosas de sus familias y comunidades. Varios de ellos han obtenido becas y han logrado terminar la universidad. Están construyendo su propia historia sin olvidar de dónde vienen. Y ahora son agentes de cambio.
Hoy contamos con dos centros comunitarios de formación para la paz. Además, hemos recibido varios premios internacionales. Aún así, cada semana nos seguimos encontrando junto a ese árbol, con la misma fuerza y las mismas ganas. Los niños nos siguen esperando.
No hemos caminado solos. El Fondo Mundial para la Infancia creyó en nosotros cuando apenas éramos un sueño. Con financiamiento flexible y fortalecimiento de capacidades, nos permitieron convertir nuestra utopía en una realidad cotidiana. Hemos crecido juntos y ahora son parte de la familia APIC UTOPÍA.
Han sido siete años de caminar hacia la utopía, de muchas frustraciones, de sentirnos solos frente al mundo, de pensar que no llegamos a ninguna parte. Pero también siete años de fortaleza, de experiencias enriquecedoras, de encontrarnos en el camino con personas y organizaciones que nos llenan de ánimo, de encontrar en las miradas y sonrisas de los niños algo que no se puede comprar ni vender: la esperanza.
Y aquí seguimos. Eternos aprendices, eternos soñadores. Con muchos pasos por delante.
Esto es sólo el comienzo.
Somos UTOPÍA.
Alianza para la Integración Comunitaria UTOPÍA AC (APIC UTOPÍA) promueve una infancia saludable para niños y jóvenes en la Ciudad de México y sus alrededores a través de actividades académicas y extracurriculares que mejoran los logros educativos, el bienestar y las posibilidades de éxito de los participantes.
GFC apoya los talleres semanales de alfabetización y matemáticas de APIC UTOPÍA para niños y jóvenes de entornos desfavorecidos y comunidades recolectoras de basura, así como actividades deportivas complementarias y talleres de desarrollo personal sobre temas como la violencia, la autoestima, las relaciones entre padres e hijos y la superación personal.